IPS
Desde que fue electo en 2011, el presidente de Haití,
Michel Martelly, invoca su programa de "escuelas gratuitas" como uno
de los principales ejes de su gobierno. "¡Una victoria para los
estudiantes!", claman carteles y afiches.
El Programa de Educación Universal Gratuita y
Obligatoria (PSUGO, por sus siglas en creole) cuesta 43 millones de dólares
anuales y aspira a que, cada año, un millón de haitianos se inscriban en las
escuelas y estudien durante un lustro.
Una investigación realizada durante dos meses por la
organización Haiti Grassroots Watch (HGW) en Puerto Príncipe y Léogâne concluyó
que había más niños y niñas en las escuelas, pero también descubrió una larga
lista de promesas incumplidas, inadecuados niveles de financiamiento, atraso en
los pagos e incluso sospechas de corrupción.
"¡En mi opinión, el PSUGO es un fracaso!",
exclama Jean Clauvin Joly, director del Centre Culturel du Divin Roi, una
escuela privada ubicada en Croix-des-Bouquets, unos 15 kilómetros al norte de
la capital.
"El año pasado, sufrimos en el marco de ese
programa. Una de las muchas cosas terribles (que nos ocurrieron) fue que nos
pagaron tarde. Por culpa del retraso, muchos de nuestros maestros
renunciaron", agrega.
En la escuela de Joly, los alumnos de primer y segundo
grado comparten habitación y maestra: Francie Déogène. Una delgada lámina de
contrachapado, que también sirve como pizarrón, separa su clase de las demás.
Dérogène no tiene escritorio. Apila todo sobre una
silla de plástico. Frente a ella, en cuatro bancos, 10 estudiantes repiten al
unísono: "Una piña, un melón…". Este es un curso de escritura.
"El Estado garantiza el derecho
a la educación"
En la campaña previa a las elecciones presidenciales
de 2011, la escuela gratuita fue el leitmotiv del cantante devenido en
candidato Joseph Michel Martelly. Pero en Haití, la garantía de una educación
libre de costos no es solo la promesa de un político, sino una obligación.
Según la Constitución, el Estado "garantiza el derecho a la educación… sin
cargo".
El PSUGO aspira a mantener esa promesa pagando la
escolaridad de niños de primaria: unos seis dólares para los de escuelas
públicas y alrededor de 90 para los de privadas. En Haití, poco más de 80 por
ciento de las escuelas son privadas.
El PSUGO tiene previsto inaugurar nuevas escuelas y
garantizar que los estudiantes tengan libros y otros materiales, así como que
los maestros estén adecuadamente capacitados.
El gobierno sostiene que, gracias al programa, este
año hay casi 1,3 millones más de estudiantes en las escuelas. La cifra resulta
impactante, considerando que Haití tiene solo alrededor de 3,5 millones de
habitantes menores de 15 años. HGW no logró confirmar este número y tiene
motivos para ponerlo en duda.
HGW no tuvo acceso al presupuesto del PSUGO, ni pudo
visitar las 10.000 escuelas presuntamente inscritas en el programa. Pero
periodistas visitaron 20 de esos centros de estudios, en la mayoría de los
cuales trabajan maestros que no ocultan su enojo o frustración.
A Jean Marie Monfils, maestro y director de una
escuela en Léogâne, unos 30 kilómetros al oeste de Puerto Príncipe, le indignan
las falsas promesas del programa. "Hablaron sobre un uniforme, sobre
almuerzos calientes y otras cosas. Pero (…) no hemos obtenido prácticamente
nada. Somos los `olvidados' de Léogâne", dice.
La experiencia de Monfils no es única. Hercule André,
un hombre de unos 50 años que dirige una escuela pública en Darbonne, en las
afueras de Léogâne, elogia la iniciativa pero agregó: "El único beneficio
que reciben los estudiantes es que no pagan nada. Aparte de eso, no hay nada.
Los estudiantes van a la escuela, pero no tienen los libros que les prometieron
para poder seguir los cursos".
La investigación de HGW en la capital y en la zona de
Léogâne reveló que apenas dos de las 20 escuelas visitadas recibieron los
libros y demás materiales. Desde fines de noviembre de 2012 -10 semanas después
de haber empezado las clases-, apenas una de las 20 escuelas reportaron que les
pagaron por el actual año lectivo, y 16 de las 20 dijeron que el centro de
estudios todavía no había recibido el pago final correspondiente al año
anterior.
"Ni siquiera puedo decir si somos parte del
programa o no", admite Monfils. "Hasta ahora no hemos recibido nada
de las autoridades. Realmente es un problema enorme, porque muchas de las
escuelas que se suscribieron al PSUGO ni siquiera recibieron lo que les
correspondía por el año escolar 2011-2012".
La Confederación Nacional de Educadores y Educadoras
Haitianas (CNEH) confirma esto.
"El hecho de que el gobierno no haya desembolsado
el dinero a tiempo ha sido un gran problema para los directores de escuelas,
que no han podido pagarles a sus maestros", dice Edith Délourdes Delouis,
maestra y secretaria general de la CNEH.
Control de calidad y fraude
Aparentemente, el gobierno tampoco ha podido
supervisar a los nuevos maestros al grado en que se lo propuso. Pese al anuncio
de que el período 2012-2013 experimentaría "un giro hacia la calidad"
con más controles, los directores de las escuelas visitadas por HGW dijeron que
podían hacer prácticamente lo que querían.
De las 20 escuelas, 25 por ciento no habían recibido
ni una sola visita, y otro 24 por ciento había recibido solo una.
Tal vez por ser tan abarcador y por tener un
presupuesto muy elevado, el PSUGO parece haber atraído a estafadores.
En julio de 2012, un funcionario del Ministerio de
Educación Nacional y Formación Profesional (MENFP) en Port-de-Paix
presuntamente robó unos 119.000 dólares. Según informes de prensa, usó a un grupo
de hombres jóvenes como falsos "directores de escuelas", y les
extendió cheques por 4.760 y 7.140 dólares. El funcionario implicado huyó a
República Dominicana.
HGW no posee los medios para investigar un potencial
fraude del PSUGO en el ámbito nacional, o incluso en la capital. Sin embargo,
periodistas sí descubrieron en la lista del MENFP el nombre de una escuela que
se señalaba había recibido pagos, aunque nunca había funcionado.
"¡Pronto, el Justin Lhérisson College!",
anuncia un pequeño cartel polvoriento sobre la carretera de Darbonne, cerca de
Léogâne.
"Ese fue un proyecto creado por uno de los
alcaldes locales cuando fue candidato. Apenas resultó electo, lo
abandonó", dice un vecino.
El año pasado, un estudio de la Civil Society
Initiative concluyó que el programa había creado varias "escuelas
fantasmas".
"Descubrimos que la tercera o la cuarta parte de
las escuelas que recibían pagos del gobierno ni siquiera habían sido aprobadas
oficialmente", dice a HGW el director de esa organización, Rosny
Desroches, ex ministro de Educación.
En otra escuela que recibe tanto dinero del PSUGO como
ayuda extranjera, ya es casi mediodía. Bajo el sol abrasador, decenas de
estudiantes se concentran en su trabajo.
La escuela nacional Charlotin Marcadieu fue destruida
en el terremoto de 2010 y actualmente funciona en 10 tiendas de campaña
dispuestas en tres filas. La gravilla cruje bajo los pies de los estudiantes.
Antes de dirigirse a su "aula", uno de los maestros dice con
amargura: "Después de las 10:00 de la mañana, estas habitaciones hechas
con tiendas son como hornos".
* Haiti Grassroots Watch es una asociación de
AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de
Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA), radios comunitarias y estudiantes del
Laboratorio de Periodismo de la Universidad del Estado de Haití.
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